Acercó lo más que pudo su rostro a la vitrina, su
respiración agitada empañaba el vidrio que la separaba de esos ricos
manjares, .-No debo-. decía una y otra vez, .-No debo comerte-. repetía como esperando que algún gustoso pastel le gritara “NO LO HAGAS, VETE DE AQUÍ ¡AHORA!”.
Paseaba su mirada indecisa por sensuales bombones, pasteles cremosos, el descarado
tiramisú y el cheescake caramelizado con un toque de arrogancia, .-Tal vez, si
elijo el que menos me gusta, no vuelva la próxima vez-. Pero ella sabía que era
una vil mentira, ya se la había dicho miles de veces y no podía decidirse por
el menos apetecible, no existía.
Había luchado toda su vida con eso que llaman “sobrepeso”,
como si los genes rollizos fueran un toque de maldición que descubrió a
temprana edad. Ese "mal genético” se hizo la razón de su infelicidad , soñaba
con tener esos cuerpos de revista, delicadamente moldeados como cada dulce que
devoraba para llenar ese vacío en el alma, ya había paseado por varios métodos,
incluso probó la bulimia y finalmente la anorexia sin éxito alguno, no podía
conseguir aquel cuerpo que la enfermaba y le hacía odiar cada fibra de su ser, y
pensó entonces que debía tomar una decisión, debía salir de ese lugar, debía
terminar con ese monstruo maldito que la perseguía y la hacía “no apta para mirar”, debía dejar todo eso atrás, su corazón latía tan rápido que pensó que todos lo escucharían, sudaba, temblaba, quería gritar y con una
fuerte inhalación logró tomar el aire que necesitaba para llenarse de fuerzas y hacer lo impensable, cuando entre lágrimas y suspiros entrecortados, como dando un salto al vacío gritó: ME
DA ESTA DE CHOCOLATE POR FAVOR!