lunes, 4 de abril de 2016

Portaretrato

Los años pasaban y aunque él se había marchado, su fotografía seguía ahí, en el remendado portaretrato que no me atrevía a mover de lugar en caso de que volviera a mi, a su casa, a su futuro eterno.
Tomé otra copa de vino y esa oxidada caja de cartas donde me juraba que jamás se iría...
.-Basura-.
Dije en voz alta hablándole a ese cruel portreretrato que me obligaba a ver su mirada fría.
.-¿Te crees intocable?... bah! no me digas-. (pausa larga) .-¿Me culpas a mí? ¿A mí que le dí todo? y no me mires como si no supieras todo lo que pasó, ¡eres el único testigo!
Me serví otra copa y noté que se esfumaba ese elixir anestésico del corazón embrutecido, tomé otra botella y así me atreví a tomar entre mis manos al cruel portaretrato comprado para la pareja perfecta, de la casa perfecta, con la vida perfecta, lo acaricié y él lloró conmigo.
.-Presenciaste tantos instantes desde ese rincón con el va y ven de plantas y adornos ostentosos.-
Me miró con dureza y susurró: Es tiempo de dejarlo ir. 
.-¿Pero es que acaso enloqueciste?.- y le solté con desprecio
 .-No, hasta que devuelva todo cuanto le dí.- 
 Me miraba absorto, como si no me reconociera.
.-Piensas que he perdido la razón, lo veo en tus ojos-.
 Miré al espejo y volví a encontrarme con esa mujer acabada, mal arreglada, llena de arrugas, me acerqué un poco más y pensé en cuánto tiempo habría pasado desde la última vez que realmente me observé, vi nuevas arrugas y las estiré como esperando que desaparecieran, me acerqué lo más que pude, eran mis ojos pero esa mujer no era yo, la brillante dama a la que todos sonreían a su paso, tomé otro sorbo largo, profundo, punzo penetrante... no, definitivamente esa mujer frente a mi no era yo.
Volví al portaretrato de mi des-dicha, pausadamente lo tomé y di un vistazo a sus bordes astillados, sus patas rotas, su vidrio remendado ¿cuántas veces lo lancé contra cualquier recuerdo naciente? lo obligué a mirarme
.-Perdón...- fue lo único que pude decir
 .-No pretendo retenerte, eres libre de partir.- 
Acaricié esa foto donde juntos parecíamos invencibles, perfectos, eternos.
.-Eres todo lo que te di y no soy más que el recuerdo que se borra con el paso del dolor que crece y crece.-
Besé esa foto donde juntos parecíamos ajenos, dañados, efímeros.
.-No pretendo retenerte, eres libre de partir...-
Sonreí y con la emancipación del recuerdo que ataba a esa desconocida del reflejo, levanté mi copa para a viva voz pronunciar el más emotivo brindis:
.-Brindo por los años entregados perdidos o amados, por el reloj imparable y las polillas que carcomen mis pensamientos, brindo por el no presente, quien dejó este viejo y cruel portaretrato en su lugar para recordarme lo infeliz que fui cuando nos dejó prisioneros, brindo por el futuro que no llegará y nos obliga a vivir este presente absurdo...-
Y entre aplausos y lágrimas del cruel portaretrato, dirigí mi copa hacia él para cerrar mi brindis.
Brindo por ti, que hoy me has liberado.- Y  abriendo mis alas corrí hacia la ventana volando libre, invencible, perfecta... eterna.

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